Aún recuerdo de mi infancia aquellos grandes mapas de tela que colgaban de las paredes de la escuela. Aquellos intocables mapas que más que educativos o didácticos, eran refinados adornos de desangeladas paredes, y que en algunos casos tenían el mismo efecto educativo que el crucifijo o el cuadro de aquel pequeñín con bigotes que algunos de ustedes todavía recordaran. Pero eso sí, en aquella España no podían faltar de ninguna escuela esos actores, pues formaban parte de la imagen patria.
Cuanto ha cambiado afortunadamente el empleo de la cartografía, tanto en la enseñanza como en el resto de las disciplinas. Hemos pasado de los mapas de tela a los temáticos de colores que venían en libros y atlas, para llegar al momento actual con la cartografía interactiva.
El mapa tradicional era una imagen, una estampa, una foto del tiempo, sin vida, sin posibilidad de cambio. La capacidad de mostrar secuencias en el tiempo, de permitir que usuario navegue y decida que quiere ver y como lo quiere ver, es el reto que debe asumir el nuevo cartógrafo, o el nuevo diseñador de acciones, imágenes o fotogramas. El uso de los nuevos avances informáticos ha permitido que surja la inmediatez y con ella la aplicación de los mapas a todas las actividades que podamos imaginar. A nadie se le hubiera ocurrido realizar un mapa de la evolución de la llamada gripe española en 1918, sencillamente porque no se podía hacer. Hoy en cambio, la gripe A es prácticamente representable en el momento. Los mapas han dejado de ser una imagen puntual y han pasado a ser mapas latentes, mapas con vida, secuencias de una historia o de un hecho cotidiano.
Pero todo esto, antes y ahora, depende del artista que esté detrás. Una representación cartográfica puede ser y de hecho lo es, un documento de gran valor. Mientras que en la cartografía tradicional se intentaba mostrar toda aquella información difícil de explicar, agarrándonos a la expresión de que una imagen vale más que mil palabras. Con la interactividad en la cartografía, no solo se puede mostrar, sino que además nos explica un hecho a través del tiempo, permitiendo al usuario comprenderlo de manera fácil y divertida, y convirtiéndole en protagonista al tener que actuar sobre el mapa para que este cobre vida, evitando de esta manera que no pierda la atención.
Para aquellos que venimos de la escuela del plumín y el tiralíneas, aquellos que hemos pensado en alguna ocasión que los mapas creados a mano tienen un poco del alma de aquel que los creó, no nos queda más remedio también que afirmar que el mapa interactivo es un esfuerzo imaginativo de aquel que los crea y del que los recibe.
Bienvenidos pues al maravilloso mundo de la cartografía.
Pepe Casado
Villarcayo Octubre 2009
Villarcayo Octubre 2009
Para ilustrar lo que aquí comento os dejo una entrada interesante sobre Mapas Interactivos en Flash en curioSIGdades
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